lunes, 16 de agosto de 2021

Comentario a columna de Fontevecchia “el fin de la ilussio”

 Es un error llamar a la desesperación. El problema no es la Esperanza sino que esas esperanzas o esas expectativas están mal dirigidas, como sería el caso de tratar de “vencer a un oponente siniestro”. 

Sin esperanzas nunca se puede llegar a un acuerdo porque lo que constituye un acuerdo es que se “espera” que las reglas sean respetadas por todos.

Sin esperanzas lo único que queda para el hombre -poderoso o no- es formar parte de un engranaje ciego que no tiene principio ni principios y sólo tiene fin, finalidad reformulando a Keynes “en el largo plazo todos están muertos”, es decir sin esperanzas es un largo derrotero de muertes constantes fruto de las rispideces de ese engranaje ciego. Kierkegaard, en el capítulo final del tratado de la desesperación formula bien el tipo de libertad por vía negativa que alcanza quién pierde las esperanzas, que sería una cosa del tipo que Dotoievski dijo “si Dios no existe entonces está todo permitido”. Si todo está permitido jamás se puede llegar a un acuerdo y el humano pasa a comportarse conductualmente, como un animal, sin esperanzas, en esa muerte constante fuera del tiempo pura acción y reacción, sin libertad ni creatividad, entonces de verdad sucedería como dice el merovingio  en matrix 2

“La libertad sólo es una ilusión que se sostiene entre los que tienen poder y los que no lo tienen”. No creo que la libertad sea una ilusión. 

El amor verdadero, que es lo que hace que se sostengan todas las cosas en el tiempo necesita de la libertad, de la elección para crecer y desarrollarse y llegar a acuerdos duraderos, pues el amor espera que esas fuerzas de la creatividad alcancen a todos. Si no hay amor, no hay libertad, no hay espera, no puede haber verdadero respeto ni piedad y sólo quedan las fuerzas del miedo a las represalias, sólo quedan reacciones y acciones atemporales y atávicas, negación via miedos inconscientes enmarcados y proyectados en burbujas de desinformación, no hay verdadera visión de un futuro constructivo, no hay dialéctica pues no hay diálogo auténtico, es un juego de suma cero donde pierden todos por encontrarse bajo el influjo de esta desesperación, del desgaste por el choque constante producto de la entropía y finalmente la muerte. No creo que la desesperanza sea el camino. Y sobre la angustia que toca el escrito, Kierkegaard dice que es lo que hace que nos demos cuenta que no estamos todavía bajo el influjo de la muerte. Un saludo.