martes, 23 de diciembre de 2014

¿que es filosofía? (sigue de los posteos anteriores)


Hay una cuestión de preguntas sobre si el hombre evoluciona o no genéticamente hablando. Unos ponen de ejemplo la estatura de los humanos. Aunque la estatura no significa evolución (un perro chihuahua y un gran danés son los dos perros. Hay tres tamaños de schnauzer. Para que haya evolución y cambio a nivel especie debe pasar mucho más tiempo, creo que mucho más tiempo del que al hombre le queda sobre la tierra), lo que estoy diciendo en los anteriores post es que el hombre puede elegir esto, puede elegir como “evolucionar”, y, si de verdad se asume esa libertad de la que hablé en los post anteriores, si se asume esa libertad se puede evolucionar mucho más rápido de lo que piensa la generalidad del mundo hasta hoy. Asumir esa libertad es una cuestión interna, de Fe, de fuerza de Fe. Lo que pasa es que hoy se piensa a la libertad como si fuese una abstracción, como algo externo, relacionada solo al poder material, a la acción material. Y en verdad es al revés. Libertad como un concepto puro sólo se la puede relacionar con el pensamiento. Si tenemos fuerza de pensamiento, la libertad se puede bajar al sentimiento y, si seguimos con esa fuerza, recién ahí la vamos a llevar a la voluntad. Y una vez la libertad establecida en la plena voluntad, la libertad logra transfigurar los pensamientos, los hace conscientes y hasta hechos materiales (Voluntad y fuerza  son conceptos bien distintos, pasa que hoy también se entiende a la fuerza como algo meramente externo, material). Esa es la evolución a la que puede aspirar un hombre. Los sabios antiguos sabían bien todo esto, Platón en el Fedro no habla pavadas ni mitos, dice cosas de manera figurada nomás. Ojalá lo hubiésemos entendido mejor a Platón.


¿Qué es la filosofía? Es una pregunta que quizás es mejor arrimarla a sus “creadores”. ¿Qué es la filosofía para Platón o Sócrates, sus inventores?


¿Qué es la filosofía? Es una pregunta que quizás es mejor arrimarla a sus “creadores”. ¿Qué es la filosofía para Platón o Socrates, sus inventores?
Me animo a decir que es la manifestación consciente de la forma en que esta evolución de la libertad del hombre se realiza, se vuelve real (A los hombres le gusta comprar ficciones, realidades perecederas donde su accionar les dice que son alguien, pero todo esto al precio de su alma y de las de los demás que le creyeron, contra esto lucho Platón). El esclavo de Menón es el momento ejemplar donde esta realidad se da, es real en la misma ficción del escrito. Platón y Sócrates eran revolucionarios en el buen sentido del término, muy diferente de cómo comprendió la filosofía Aristóteles. Si nos queremos quedar acá seremos polvo, está escrito, pero polvo con consciencia de poder haber sido y ya no ser nunca más. Justamente Anito, que se va ofendido de la discusión en ese dialogo platónico –el Menón-, es uno de los acusadores para que Sócrates sea juzgado. Sócrates acepto el juicio y se fue a conversar con sus iguales, como Platón contó.
hay que aprovechar el tiempo en que vivimos y aprender a ser sinceros con nosotros mismos.
Esa es la enseñanza de Sócrates en Platón.
Sócrates, lo mismo que Jesús, sin sus seguidores impresionados por su ejemplo, no existiría como concepto hoy, no hubiese sido comunicado.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Sigue del post anterior.

Quiero dar un ejemplo de porque me parece bastante ridículo que el hombre pretenda negar la eternidad.
Es tan ridículo como si un delfín o una hormiga pudiesen negar que están constituidas y organizadas gracias a un código genético que hace a la especie. Esta negación se representaría como una especie de suicidio voluntario, negación de su ser, sin fin alguno para la especie ni para sus genes. Tanto un delfín como una hormiga actúan según el patrón genético al reaccionar constantemente ante estímulos grupales, alimenticios, sexuales, “ambientales” digamos. Si por algún defecto genético un miembro de la especie no identifica bien estos estímulos ambientales – es decir: si tiene una genética defectuosa-, desaparece. El delfín o la hormiga defectuosa, no pueden negar su genética individual, no son libres, y simplemente desaparecen. En el hombre esto es exactamente al revés porque no puede desaparecer, ya que alguna vez por lo menos intuimos que podemos ser libres, y eso hace que el hombre defectuoso ayude a ser solidaria a la comunidad, a entender que somos parte de un mismo cuerpo para siempre, generación tras generación, hasta el final de los tiempos, por la eternidad.
El hombre se independizo lo suficiente de las determinaciones ambientales, estímulos, hormonas etc., digo que se independizo lo suficiente para, si el hombre de verdad lo quiere, pueda ser libre. Y esta libertad no es una mera ficción, no depende de nuestro juicio. Esta libertad es la que genera que seamos eternos. La combinación de relaciones de cada hombre con el mundo y sus cosas y los demás hombres y seres es infinita, y se vuelve más infinita si pensamos las consecuencias incontrolables -para la genética y la mente del hombre- que generan las combinaciones de esas infinitas relaciones en el transcurso del tiempo. Cada lenguaje, cada relación del hombre con el cosmos es infinita, el lenguaje de cada hombre individual supera a la misma consciencia individual, no hay límites para el lenguaje en el que podemos participar si queremos ser libres. No existe una separación cualitativa, no hay separación ni límite alguno que vaya más allá de la materia entre nuestras personas y conciencias y el centro del universo, estamos indefectiblemente conectados. Por esta conciencia de infinitud, de conocimiento infinito es que somos libres, si lo queremos.

Sin embargo el hombre para construir su “realidad” y creer controlar su pequeño mundo, niega esta conexión estableciendo límites y definiciones, vende su libertad para generar ficciones de control. Pero en este limitar y negar otras realidades que no sean la suya el hombre está diciendo: “si muere mi realidad y mi mundo también muero yo, por lo tanto todo debe perecer” (esto que acabo de decir lo dice Nietzsche poéticamente en una parte de su discurso “del país de la cultura”, en el zarathustra). Pero lamentablemente para estas personas el hombre, la consciencia del hombre no puede perecer. Porque ahora bien, el hombre que tiene todavía consciencia de esa libertad pero no quiere ser libre porque prefiere justificar su conducta adhiriéndose a un relato justificatorio, o  a una teoría, o ideología o adicción moral, -o peor, creen que son más libres adhiriéndose a estas cosas-, a estas personas esclavizadas  les produce generalmente envidia, odio, ver la gente que sí es libre. Es la segunda historia más vieja del mundo occidental: Caín, agricultor, fijado a la tierra, cuando niega la realidad de su hermano Abel un pastor trashumante, nómada, y lo mata. Hoy ni siquiera se atreven a matarlo abiertamente, le dificultan la vida, lo difaman, le es indiferente, genera rechazo, incomprensión etc. También Platón ejemplifico esto en la caverna.
El odio y la envidia en la consciencia es para la eternidad lo que el profeta nombró “donde el gusano no muere y el humo no se apaga” (Isaías 66, 24 y Marcos 9, 48) haciendo una analogía con la gehena, el basurero de Jerusalém.  Es el dolor constante de no habernos servido la vida, de poder haber luchado por ser libres y serlo, pero ya no serlo jamás.

La Filosofía

La mayor parte de la filosofía se convirtió en una jerga de necios, tanto para el que la oye y la lee como para el que la práctica. El semi filósofo del hoy es alguien que está mayestáticamente deslumbrado por el abismo del lenguaje, una especie de contemplación artística mezcla de lo sublime y lo infinito. Aunque la gran masa de filósofos que pululan solo repiten y van haciendo cada vez más sutiles pensamientos que están pronto a quedar sepultados por la muerte de un paradigma, y el olvido. Pero para en la eternidad plena es probable que todo esté al revés de como aquí nos parecen y aparecen las cosas. Como nos dice una parte del  este pasaje del evangelio, en Marcos 10, 35-45:

“el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”

Pero la filosofía también puede ser un acceso a la verdad,  y si un filósofo de verdad se esfuerza y llega a experimentar una idea primigenia, lo más difícil para él va a ser estar a la altura de ese pensamiento. Si no lo consigue acarrea un gran mal para él, sólo originando más caos en él y en los demás. Y en ese caso sí: para ese filósofo es mejor que ni Dios ni la eternidad existan, aunque sea completamente ridículo que la mera pretensión de la existencia, o no, de Dios y la eternidad puedan depender del deseo de un filósofo. Eternidad hay, sino imposible sería entender siquiera nada. A veces, creemos, nos conviene negar la eternidad porque la intuimos vacía y repetitiva en un lugar infinito e inimaginable al que nosotros mismos no lo podemos llenar ni entender. Nos damos cuenta que verdaderamente dependemos de otros seres y, en ultimo término, un Ser que efectivamente es eterno. Pero es muy frecuente que la existencia de ese Otro nos puede molestar. Y si nos molesta lo podemos negar. El hombre es libre. Y una eternidad así, vacía y repetitiva, sin ese Ser proveedor, es mejor que no exista: eso nos dice la soberbia que pretende controlar todo desde nuestro punto de vista sólo para halagar, o meramente justificar, un miserable existencia que pretende no querer responsabilizarse del hecho de Ser y hacer cosas que participan de una eternidad de distintos e infinitos sentidos, individuales, únicos, comunicados en una sinfonía perfecta. O demasiado imperfecta. Todo depende si nos queremos hacer responsables del hecho de lo que lo que somos y hacemos afecta esa eternidad. Difícil es saber lo que se es, pocos lo saben, pero no es tan difícil saber lo que hacemos, así muchos vamos descubriendo que somos y por eso no tenemos justificación si no nos hacemos responsables a tiempo. Lamentablemente el hombre puede negar, el hombre es libre.

Y ahora vuelvo a repetir por las dudas: esa intención de la “no-existencia-de-la-eternidad” no está al alcance de nuestro deseo.
El hombre libre es, pero es no omnipotente.  



Nietzsche r.i.p.