viernes, 17 de diciembre de 2010

Sobre el pecado original, el lenguaje y las escrituras.

1- ¿Qué significa el misterio del pecado original?

Pecado original se llama al momento histórico en el que el primer hombre y la primer mujer, Adan y Eva, fueron tentados, inducidos por una potencia creada por Dios, de gran pero desviada inteligencia -que el relato del génesis denomina serpiente-, a desobedecer el mandato de Dios.

todo esto parece muy dogmatico muy alejado de la racionalidad, pero la consecuencia directa de este desajuste es que el hombre, a pesar de supuestamente "conocer" sus actos, jamas puede conocer a ciencia cierta las consecuencias de dichos actos.

El género humano, a causa de esta desobediencia a Dios, permitió que se le planteara un poder que, en ese momento, lo superaba en inteligencia y, por ello mismo, lo seducía. Pero este poder no era caritativo con la humanidad sino que, más bien, en su funcionamiento la subyuga, la esclaviza inmovilizándola, inmanentizandola para su propio uso y forma.

Este poder que se nos plantea consiste en un exceso de sensibilidad, pero una sensibilidad en sentido externo, en el sentido de sentir el si mismo como algo separado de la realidad natural en la que se encuentra inmerso. Desde los comienzos el hombre abandono el equilibrio con la naturaleza, no es cosa de ahora nomas, todos los nuevos descubrimientos de arquelogía antropologica eso demuestran: como el hombre desertificó la isla de australia, la cantidad de animales que extiguio cuando los primeros hombres cruzaron el estrecho de bering, etc. la teoría del hombre natural tan proclamada por rousseau es un fiasco. todos estos descubrimientos nos dicen que existe una tendencia inmanente e inevitable que el hombre padece, tendencia que lo aleja y aliena de su propia naturaleza, y esto demuestra, creo, que no es una cuestión de llevar a cabo políticas o soluciones externas para mitigar el efecto de las innovaciones y cambios que generan los hombres en si mismos y en el mundo natural, ya que estos hombres antiguos no eran conscientes de llevar acabo ningún cambio planificado, -sino que simplemete hacían lo que les resultaba- por lo tanto menos acaso una política planificada. Esta “política planificada” debería ser instintiva en el hombre, espontánea: es decir natural no política, debería estar en los genes si fuéramos iguales a los animales… pero no está…

O capaz sí está, pero quizás también la mayoría de los hombres responden antes de poder “oír” esta carga genética a otro poder que se les ha planteado frente suyo, una posibilidad que otro animal no posee y que el hombre difícilmente puede dejar de admirar . Esta posibilidad, este poder es la mismidad, el si mismo, y embelesados frente a este poder perdemos de vista el verdadero llamado a lo distinto, nos alienamos de a poco y dejamos de “oír” esa voz.

A raíz de este hecho el género humano, algo dentro de el, su inteligencia y espíritu, quedaron ofuscados, dañados, permitiendo que su alma sufra y se dañe, se corrompa también, y “queden sujetos a la muerte”.

Por eso para un creyente, el misterio del pecado original significa que el principal problema del poder, no es algo exterior, sino que se plantea en una la lucha dentro de uno mismo de Dos potencias, la de Dios y la demoníaca. Una lucha en la que se plantea eso que con el fruto del árbol del conocimiento quisimos resolver “por nosotros mismos”: ¿que es lo verdaderamente bueno para mí?


Esta lucha entre esas dos potencias, hoy en día, la mayoría de las veces es desapercibida en los hombres, pero que sea desapercibida no significa que no exista.

Como dice san Juan Bosco: “el mayor éxito del diablo es hacer creer que no existe”. lo mismo se podría decir del pecado original.

y acá voy a parar un poco, voy a tratar de demostrar este poder en el hombre, como este poder lo saca de su naturaleza, lo aliena hasta de su misma naturaleza.

Esta lucha como hombres no entendemos porque sucede, ¿que culpa tenemos nosotros? O ¿porque tenemos que luchar? Lo bueno esta afuera, nos lo dice saber lo de afuera, lo que la epoca-moda de hoy, el estado, las costumbres de mi pueblo, de mi familia, aprender todo esto nos hace entender, para nosotros que es lo bueno. Pero acá hay un problema.

Si vemos la realidad humana, veremos que además de “cosas buenas”, también esta plagada de errores y horrores, sufrimientos vanos, y cosas sin sentido. Estos últimos suponemos, en un primer momento, existen porque existe la ignorancia, y cuando esa ignorancia desaparezca tendera a desaparecer esa gama de eventos desagradables para la vida. Pero esto es fácil. Siempre creemos que los otros son ignorantes y listo, hay que enseñarles a la fuerza o, sino, los suprimimos por necios. Pero además nos queda algo sin poder obviar, ni ignorar verdaderamente y ese algo es la muerte, nuestra muerte.

Y el que no quiere morir? Y el que ama vivir? Y si quiero seguir viviendo para siempre? Este deseo de querer vivir para siempre y, aparentemente, no poder inevitablemente me trae una impotencia, un dolor, un miedo.

Por eso para el creyente ese mal no es solo por la “ignorancia”, sino que también, es producido por una potencia, no tan poderosa como Dios, pero si lo bastante para confundirnos y engañarnos. El creyente cree que el hombre quedo enredado con esa potencia a partir de un hecho que la fe denomina “pecado original”.

Con el pecado original, con el ofrecimiento, la tentación, que nos sugiere la serpiente, se nos plantea un poder delante de nosotros, una visión grandiosa de las cosas -“seréis como Dioses”-, y esta clase de poder, aunque la desconozcamos y no sepamos bien que es, nos atrae.

En esta atracción esta la tentación. Si la atracción vence a lo que nosotros somos en el momento presente, ya no nos podemos ver más y desesperamos, quedamos a merced de las palabras de serpiente, la posibilidad de ser como Dioses, de conocer lo que esta bien y lo que esta mal, la posibilidad de juzgar objetivamente, la posibilidad de que nuestra visión de la realidad sea la realidad.

Entonces el hombre de esta forma, solo el, por la soberbia de mantener “su” realidad como “la” realidad, se escinde de la única posibilidad verdadera que lo conduciría a una realidad eterna con el Ser que lo creo. El hombre engañado y auto-escindido cognocitivamente, espiritualmente, decide, conciente y/o hereditariamente, mantener su realidad hasta la realidad final que es la muerte.

Este poder de “la posibilidad de” nos ciega de nosotros mismos, ofusca la visión de lo que nosotros somos y nos lleva a interpretar la realidad, nuestra realidad, de manera dañada, influida por un poder que, al ser superior a nuestras verdaderas posibilidades, seduciéndonos nos ciega cada vez mas, alejándonos de nosotros mismos, buscando donde no deberíamos.


Cuando personas cristianas, católicas, hablan de individuo o individualismo, lo hacen en este sentido de sentir que es lo que somos nosotros mismos, hablan de saber encontrarse a uno mismo, poder dar cuenta de uno, hablan de responsabilidad de conciencia, hablan de interioridad, interioridad espiritual, aprender a sentir Lo Uno en uno para poder reconocerlo en lo Otro. Si no acallamos “nuestras posibilidades de”, y nos centramos en nosotros y tratamos de oír esa única voz o manifestación de Lo Uno en nosotros, difícilmente la reconozcamos en los demás.

Por eso este momento, es un momento delicado. Acá no hay “bien común” que valga, no hay regla externa en la cual apoyarnos, no hay seguridades ni objetividades ni justificaciones. Y esto es así porque tenemos que estar atentos, claros, sin miedo, entregados a Uno solo.

Solo esta El, y a donde El nos quiera llevar.

El poder de Dios, a través de Cristo y el Espíritu Santo, vino en ayuda del hombre, que había creado a Su imagen y semejanza, para liberarlo de este perverso funcionamiento en el que había caído. El costo de esa ayuda fue doloroso a Dios, por eso doloroso es también, generalmente, para nosotros transparentar ese mundo de posibilidades para llegar a ser uno con el que Es Uno. Para liberarnos y acabar con ese poder externo y tiránico, que funciona por la desesperación que nos genera la posibilidad que uno mismo pueda ser otra cosa, Dios mismo decidió hacerse uno como nosotros y, para los que lo aceptáramos, Uno con nosotros.