jueves, 14 de julio de 2022

Una evacuación simplista

Una evacuación simplista:


Estoy escuchando muy buena charla de Javier Gomá sobre el tema de la cultura, voy por los primeros 20 minutos.

Quiero decir que no estoy de acuerdo con que luego de las guerras mundiales ha habido una valorización de la Paz, creo que solamente lo que ha habido es un mayor temor a la guerra. Y quizás esto intente explicar varias aristas que han surgido posteriormente a esa afirmación sobre que la Paz hoy estaba glorificada, digo de nuevo voy por el minuto 28.


Paso a explicarme:


Desde la modernidad la virtud máxima deviene de la ciencia y la supuesta objetividad, digo, la narrativa máxima deviene del objetivismo cientificista y sus posibilidades de producción en masa de dinero o técnicas y tecnologías. Pero la ciencia llevada  a ser la narrativa máxima es un sofisma. La ciencia no puede resolver el problema del azar y de la muerte, es más la ciencia supone este azar y muerte como inevitables con su concepto de entropía, cerrando  y escondiendo así el círculo de la narrativa tecno-científica. La cuestión solapada de la ciencia como principal narrativa esconde y divide a la gente de a pié. ESCONDE que el dinero es el principal hegemon para la creación de narrativas y no la ciencia, por lo tanto todos los planes “científicos y objetivos” esconden que el comercio y la recaudación de impuestos son los que en verdad dirigen la batuta, es decir que estos dos combinados esconden toda narrativa y la posibilidad de considerar ciencia a tal o cual cosa. El comercio y el dinero se encuentran a su vez subyugados a las posibilidades bélicas del lugar donde este comercio e impuestos se ejercen, y volviendo a la tesis de este escrito, entonces, en pocas palabras, una paz sí, pero un pax romana.

Y digo que DIVIDE la ciencia como narrativa máxima al hombre de a pié (pues como usted muy bien anticipó hay cuatro clases de cultura y quizás haya más, la cultura del deporte, la cultura del marketing o conductiva, la cultura bélica etc) pues ciencia, como la entiende la modernidad (es decir: como objetividad) abarca muchos y muy distintos ámbitos del mundo. Por lo tanto la ciencia “objetiva” y sus derivados nos llevan en decenas de imperativos para convivir desde como vestirnos, que opinar sobre el medio ambiente (minerales, vegetales, animales etc), que y como comer, con que medicarnos (alopatía, homeopatía etc), como cultivar, como planificar la economía de acá a 50 años etc etc etc. 

El problema principal que genera esta división objetivista es la falta de tiempo, traducida como desesperación para no desentonar y adherir a algún grupo identatario, porque si no nos adaptamos a ella nos discrimina, nos resta dignidad automáticamente por quedar fuera del patrocinio objetivo y “cientifico” como es el caso de la religiones fundamentalmente, pero también de quien quiera estar fuera de esa narrativa en los distintos ámbitos que mencioné: vestido, salud, medio ambiente, comida, economía etc etc.


(Digo: la verdad no importa hace más de dos siglos: esta cuestión subterránea vienen a poner en el tapete Nietzsche y la posmodernidad. Pero lo posmo en su postura relativista no hace más q aumentar las divisiones que generó y genera el cientificismo y su supuesta objetividad. El descubrimiento de Javier Gomá basado en el universal concreto del ejemplo personal viene a contra corriente de estas divisiones pseudo científicas. Seguir el ejemplo personal es lo que genera la Unidad: “Si cumplen mis mandamientos conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Y Juan 17, 11-26.

La ciencia desde la modernidad procede al revés: pretende  primero descubrir “verdades” divididas para luego intentar cumplirlas. Pretende primero tener bajo control para luego recién “cumplir” y esto es un absurdo y no hace más q generar burbujas especulativas. profecías autocumplidas.)



 Eso nomás. Gran saludo, voy a seguir escuchando a ver si me descanso jajajaja. Abrazo.