sábado, 21 de noviembre de 2020

Sobre el narcisismo y el odio

Dije que no iba a escribir más y es cierto, cuando me refería a que no iba a escribir más me refería a que no ampliaré la gama de temas sino que me voy a enfocar en explicar un poco los temas ya preexistentes en mis textos del blog. Hace unos meses escribí dos post sobre narcisismo y redes sociales y luego otro sobre el narcisismo y el sentido común. En el primer post intente desarrollar como se desenvuelve la dialéctica de iniquidad que se genera ante la superstición de la necesidad de un garante material externo. Pero raíz de estos post estuve pensando un poco más en el tema y creo que tengo que escribir un poco más, ante el avance de este narcisismo desbocado creo que tengo que hilar un poco más fino.


En el primer post sobre narcisismo ya escrito en el blog (https://elvientosopladondequiere.blogspot.com/2020/06/narcisismo-y-red-social-un-intento-de.html?m=1)  traté de mostrar, ante la creencia de la necesidad de un garante material, como se pasaba de la cobardía a la avaricia y finalmente se entraba en la superstición. 


(Simplifico la dialéctica: al faltarnos el garante (sea plata, belleza, fama, fuerza material, juventud, habilidades etc hoy en día el garante generalizado es la plata pues con ella se nos hace creer que conseguimos todo lo demás) nos deberíamos mostrar débiles y cobardes, esto nos lleva a codiciar el garante y a generar una avaricia que haga querer acumular y acumular cada vez más el garante. Una vez con mucho “garante” acumulado caemos en la superstición de buscar todas las artimañas para mantener esta estructura de acumulación, creyendo que va a ser así para siempre, y eso nos hace entrar en una vorágine infinita de una espiral de profecías autocumplidas, quedamos presa de la superstición que paraliza el espíritu, el maelström que todo lo engulle.) 



Luego de la simplificación sigo. 



Después de escribir esto hace unos meses, estuve reflexionando y viendo lo que acontece hoy día   -hoy hubo un foro sobre el odio- y creo que hay una vía paralela a esta o un movimiento del espíritu que es anterior o más primitivo que, en lugar de la superstición materialista, desemboca en la idolatría de si mismo pasando por la soberbia y la envidia y es el que hoy está muy en boga. Este movimiento más primitivo lo voy a pasar a desarrollar comparándolo con el primer movimiento espiritual descrito: cobardía-avaricia-superstición y con el movimiento ideal: humildad-magnanimidad-Fe en Dios. 



Humildad                            Magnanimidad                       Fe en Dios


Cobardía                             Avaricia                         Superstición materialista


Soberbia                             Envidia-odio                   Idolatría de si mismo 




Primero detengámonos en porque hoy existe esta regresión a pasiones más primitivas, movimientos espirituales que, al igual que estos que simplifiqué, también matan el espíritu pero son todavía más toscos en su desenvolvimiento. La respuesta obvia es que el desarrollo tecnológico de estos últimos siglos y las posibilidades de pertenencia virtual volvieron a las personas más autosuficientes, más pagadas de si mismas que en épocas pretéritas (ver trabajo de psico social https://elvientosopladondequiere.blogspot.com/2019/08/trabajo-para-materia-psicologia-social.html ). Las personas de hoy, si quieren, pueden obviar más fácilmente las necesidades materiales y pueden ignorar, si quieren también, los elementos que hacen a la fundamental cohesión de un grupo sea una familia, un pueblo o una nación, para las personas de hoy parece más fácil elegir que ver, que elegir a secas, con que entretenerse, que leer. Este discurrir más placentero hace que se relaje más esta necesidad de garante material, o se muestre ya no tan trágica su búsqueda y esto hace que, en lugar que aparezca la cobardía frente al sistema -cobardía que luego le iba a llevar a buscar más “garante”-, el individuo no ceda ante la presión sistemática y se quede en su “posición”. Esta posición es lo que genera la soberbia lisa y llana. Antes, para mantener la cohesión de un grupo social, la soberbia era vista como un obstáculo y era rebajada a través del ejercicio de la humildad o era disimulada por la cobardía de no poseer el garante, pero ahora como no hace falta tanto, o aparenta no hacer falta tanto “garante” el individuo no tiene ninguna motivación para cambiar su posición frente al sistema y así se puede mostrar abiertamente soberbio. Este mantenerse de la soberbia está muy ligado a la hipertrofia del narcisismo que hoy abunda. La soberbia así descrita no parece muy ofensiva pero sí es muy dañina y ahora vamos a tratar de explicar su dialéctica. 



La posición del individuo le genera un único punto de vista, el suyo, y desde este punto de vista trata de relacionarse con el mundo circundante, la humildad, o la cobardía en su defecto, le ayudan a generar una gimnasia espiritual para adaptarse a este mundo que le circunda, en cambio, la soberbia de mantener su posición a rajatabla, lo que consigue es sólo una homogeinizacion constante de su punto de vista y una consecuente no comprensión de las particularidades y motivaciones de los otros individuos. Y esto genera un problema (ver sobre el pecado original https://elvientosopladondequiere.blogspot.com/2010/12/sobre-el-pecado-original-el-lenguaje-y.html ). El problema este de aferrarse a su pobre punto de vista y la no comprensión de los otros individuos, ademas de la falta total de empatía, genera lo que se llama envidia. Y esta envidia a largo plazo lo que genera es odio y el consecuente intento de aniquilación del otro, del distinto, del diferente. Es uno de los relatos más viejos del mundo, Caín y Abel. El individuo soberbio, al no poder comprender el comportamiento diferente del otro ni su devenir en el mundo, ante la diferencia de tipo de vida, ante una muestra de una posible mejor o más feliz vida del otro, esta felicidad o bienaventuranza contemplada, la soberbia no se la deja aceptar, pues no puede cambiar su parecer y mejorar el punto de vista, entonces la envidia y el odio, el ninguneo del otro hacen su entrada. En el caso del cobarde y su salida por la avaricia del garante, esta avaricia maquilla quizás, o ciego ni ve la envidia o da por supuesto que todos son envidiosos para justificar su avaricia. Por eso para el envidioso el avaro no es molestia pues lo ve como un ser moralmente inferior, un pusilánime cobarde postrado ante el sistema, en cambio quien si le molesta, y mucho, es la persona magnánima. 



Paso a explicarlo con un ejemplo de salón o de barrio. En la dialéctica del cobarde-avaro entra, digamos, “Hegel”, donde cada uno respeta su posición más allá de la ideología que se tenga. Esto significa que aunque se tenga una ideología que defiende a los pobres no se ve ningún cinismo en comprarse artículos importados o llevar una vida de lujo, pues su rol dentro del sistema es el de ayudar a que todos estén bien. En cambio en la dialéctica del soberbio-envidioso entra, digamos, “Marx” donde todos deben tener las mismas posiciones de base y cualquier discrepancia debe ser suprimida ya que las diferencias ya no se dirimen solitas por el “sistema”. Y este efecto de supresión de diferencias da todo tipo de problemas, regresiones más primitivas. En la dialéctica del soberbio-envidioso los individuos deben de dar obligatoria y no libremente el ejemplo, pues como no existe un punto de vista más allá del propio, no hay una Fe trascendente, el individuo queda librado a los propios ejemplos personales dentro del sistema, entonces el efecto de vigilancia y castigo del disidente debe hacerse aún más férreo -e infinito-. Esto genera que muchos individuos cumplan las normas no ya guiados por un espíritu de buena Fe, sino simplemente por una conveniencia con la matriz que rige al grupo. Así el individuo, en pos de conseguir prestigio dentro del grupo, reprime las conductas que le hubiesen sido naturales y esta represión aumenta el efecto de castigo retaliatorio en aquellos que no se atienen a las reglas, aumentando la espiral de envidia y odio (y matando la creatividad). Poniéndolo en palabras simples: un individuo del tipo cobarde-avaro en un alto cargo jerárquico en un sistema del tipo “hegeliano” no tendría problema en tener un auto de lujo y chofer, en cambio, un individuo soberbio-envidioso en un alto cargo en un sistema del tipo “marxista” por ahí iría en transporte publico al trabajo pero quizás no por humildad y para dar el ejemplo sino porque la regla se lo exige, y consiguió prestigio para llegar hasta esa posición jerárquica por ser el mejor en respetar esas reglas… y en castigar a quien no las cumple. Ninguno de los dos sistemas ni el del cobarde-avaro ni el del soberbio-envidioso parece ser el ideal pero es claro que el sistema “marxista” genera una tensión mucho menos dinámica y menos adaptable para el ritmo de lo humano y sus múltiples diferencias y variaciones, haciendo la vida invivible por el miedo a estar fuera de la regla y el odio que se siente al que sí parece estarlo.


Un saludo. 


(En la dialéctica Ideal, de la Fe en Dios, no hay ninguna parálisis ni muerte espiritual, no hay suma cero ni ninguna espiral o maelstrom aniquilante, pues el individuo al basar enteramente su accionar en Dios, el individuo siempre se sabe un simple administrador y jamás un dueño, y se encuentra siempre presto a escuchar y hacer lo que él Espíritu le indica. Esto le permite desarrollar la humildad de saber que todo lo que tiene y recibe viene del amor de Dios y por lo tanto puede desarrollar la magnanimidad de dar gratuitamente también (Mateo 10, 8). Un saludo.)