miércoles, 20 de abril de 2011

DIALOGO ENTRE JESUS Y NICODEMO
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos.  Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: "Maestro, sabemos que tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que tú haces, si Dios no está con él".  Jesús le respondió:
"Te aseguro
que el que no renace de lo alto
no puede ver el Reino de Dios".

Nicodemo le preguntó: "¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el seno de su madre y volver a nacer?". Jesús le respondió:

"Te aseguro
que el que no nace del agua y del Espíritu
no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne,
lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho:
"Ustedes tienen que renacer de lo alto".
El viento sopla donde quiere:
tú oyes su voz,
pero no sabes de dónde viene ni adónde va.
Lo mismo sucede
con todo el que ha nacido del Espíritu".

"¿Cómo es posible todo esto?", le volvió a preguntar Nicodemo.
Jesús le respondió: "¿Tú, que eres maestro en Israel, no sabes estas cosas?

Te aseguro
que nosotros hablamos de lo que sabemos
y damos testimonio de lo que hemos visto,
pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
Si no creen
cuando les hablo de las cosas de la tierra,
¿cómo creerán
cuando les hable de las cosas del cielo?
Nadie ha subido al cielo,
sino el que descendió del cielo,
el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés
levantó en alto la serpiente en el desierto,
también es necesario
que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él
tengan Vida eterna.
Porque Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él, no es condenado;
el que no cree, ya está condenado,
porque no ha creído
en el nombre del Hijo único de Dios.
En esto consiste el juicio:
la luz vino al mundo,
y los hombres prefirieron
las tinieblas a la luz,
porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal
odia la luz y no se acerca a ella,
por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad
se acerca a la luz,
para que se ponga de manifiesto
que sus obras han sido hechas en Dios".(Juan 3, 1-21)