viernes, 25 de junio de 2010

Lugares del lenguaje: Sobre lo cómico.

Los hombres a lo largo de su vida desarrollan diversas concepciones particulares a partir de su contacto con el medio, este contacto con el medio es lo que denomino lenguaje. Estas concepciones se forman a partir de dos elementos necesarios anteriores al ser hombre, elementos que determinan lo que significa ser hombre, uno, es el elemento material, el otro, es el cultural.

La materialidad genera la particularidad debido a que ubica al hombre en una posición única diferente a las otras posiciones y le permite durante el transcurso de su vida procesar y emitir juicios sobre el medio desde distintos lugares (biológicos, sociales, psicológicos) pEj: niño, joven, adulto, viejo, estudiante, trabajador, jubilado, soltero, casado, separado, hijo, padre, hermano, obrero, empresario, empleado, rico, pobre, mujer, hombre, etc. Este movimiento es lo que le da al hombre su experiencia particular, su sentimiento individual. Como de todas las experiencias, el hombre, no puede ser consciente a la vez, estas pasarían a formar lo que se denomina, comúnmente,“inconsciente”. Este elemento, al ser no-consciente, estaría determinando al hombre desde su propio interior de manera imperceptible al mismo hombre.

La función del elemento cultural surge a partir de la necesidad del hombre de comprenderse y comprender el medio que lo rodea. Su función, entonces, es la de generar una relación ordenada y comunicable de todo lo que comprende de él mismo y del medio que esta a su alrededor. Para “estabilizar” y ordenar esta relación con el medio, el hombre, se crea convenciones. Una convención consiste en la generalización y aceptación de una determinada pauta, norma y/o concepción. Es el conjunto de estas convenciones lo que conforma el elemento cultural. Entonces, al estar conformado por las pautas, normas, leyes, conocimientos etc, a seguir para vivir ordenadamente con nosotros mismos, con los demás y con el medio que nos rodea, este elemento cultural-convencional es lo que determina conscientemente, exteriormente, al hombre.

La posición material-particular del hombre genera en el una concepción única de la realidad que lo rodea, sus sentimientos, intereses sobre los sucesos que lo rodean van a ser diferentes, en mayor o menor grado pero diferentes al fin, de los individuos que tenga alrededor. Esto contrasta o choca con el mandato cultural reinante el cual esta basado en la convención. Esta al ser la misma para todos provoca una tendencia a la igualdad en las concepciones, al contrario de la tendencia hacia la particularidad que genera la posición material del individuo.
Vemos entonces que el hombre se encuentra entre dos elementos, pareciera, antagónicos.
Uno con tendencia a la particularidad y otro con tendencia a la generalidad. En el choque de estas dos tendencias se encuentra la concepción del hombre.
El lenguaje trata de suavizar este enfrentamiento, tratando de adaptar y, así, armonizar estas dos tendencias.

Cuando se evidencia un choque, diferencia, y/o incapacidad de adaptación entre lo convencional y lo particular en un suceso (el hombre no comprende el lenguaje) se generan dos tipos de reacciones:
La trágica cuando la incapacidad de adaptación parece ser inevitable.
La cómica cuando la incapacidad de adaptación parece ser evitable y en lugar de evitarse se da una adaptación aparentemente absurda, tonta, inútil.

¿Porque y cómo sucede el hecho cómico?

Cuando la convención está tan arraigada que no tiene la necesidad de ser legislada, ritualizada, mantenida de alguna forma externa, sino que ya se hizo tan común que quedo oculta bajo la costumbre, esta queda, pues, adoptada inconscientemente por las concepciones particulares (ej: distintos comportamientos ante distintas situaciones, maneras de usar el idioma según el contexto, etc.). La costumbre hace que la concepción particular de los individuos queden como enmarcadas, “encarceladas” dentro de la convención general de la cultura dominante. Entonces sucede que las concepciones adquieren cierta rigidez contagiadas por esta tendencia invisible de la convención, generando en los individuos la incapacidad de poder cuestionarlas, revisarlas. Así nos damos cuenta que el hecho cómico es, en verdad, inevitable cuando el individuo ya no es consciente de la convencionalidad y la rigidez de su concepción.
(En cambio, en la reacción trágica, se es consciente de la convención. El choque de la convención general con la concepción particular es lo trágico porque aparentemente no se puede evitar siendo el individuo consciente de todo, todo el tiempo.)

Habiendo visto porque se da el hecho cómico (rigidez convencional) ahora vamos a ver como se da, es así:
Se produce un hecho que deja en evidencia la falta de adaptación entre la concepción particular del hecho y la convención.
Esto puede ser desde una distinta manera de hablar, una extraña manera de vestir, un tic nervioso, un defecto al caminar etc.
Esta falta de adaptación se da porque la convencionalidad del hecho particular es superflua, y por lo tanto torpe y absurda, o porque la convención general no puede explicar, no puede comprender en su singularidad a ese hecho particular (p.ej.: un doble sentido de palabras, un disfraz exagerado, hablar o caminar de una manera extraña etc)
Esto provoca una confusión momentánea en los individuos que se apoyan y se encuentran adaptados en la convención general. Esa confusión hace que estos permanezcan insensibles ante el suceso debido a su falta de comprensión de la inadaptación de este.
Esta falta de comprensión es provocada porque la convención general esta impidiendo, inconscientemente, a los individuos, ver la concepción particular del hecho.
Igualmente, aunque el hecho no este comprendido por la convención, este hecho particular sí afecta la concepción de los individuos que están experimentando el hecho, entonces los individuos reaccionan queriéndose liberar de la confusión, cuando les parece que ese hecho particular, supuestamente absurdo, no amenaza su concepción sino que solo hace evidente una rigidez en la adaptación entre la particularidad-convencionalidad de ese hecho. Esta reacción de supuesta liberación de los individuos en la risa es la que hace al hecho ser considerado como cómico (seria liberación a través del llanto en caso de ser un hecho trágico).
Se podría decir, entonces, que lo trágico demuestra la finitud del hombre y lo cómico pone en evidencia la imperfección de la convención que el hombre forma tratando de olvidar esa finitud inicial.

Hemos visto la importancia de lo cómico como informante de las fallas en la convención, del malentendido que esta a veces provoca en la concepción de los individuos. Esta función del hecho cómico de denunciar las asperezas o errores de la convención sumergidos en la costumbre es muy importante, ya que nos permite preguntarnos, cuestionar la rigidez de la convención, posibilitándonos comprender, si estamos atentos, que es lo que produce comicidad: Un error en el hecho particular, o un error en la pauta convencional de los individuos que están interpretando ese hecho particular. Con lo cual, en caso de ser un error en la pauta convencional, tendríamos que estar muy atentos, porque los individuos caerían inevitablemente en el error de parecerles cómica su inadvertida ignorancia, al ser inconscientes de la rigidez de su concepción por estar basados y apoyados sobre esa pauta convencional errónea a la que ya no pueden cuestionar.
Si esto sucede, el hecho no seria cómico, seria algo más que trágico, seria de una nueva categoría, diríamos “catastrófica”.
También lo cómico posee un efecto positivo como catarsis de todas las asperezas que podrían concentrarnos en un problema provocando quizás un enfrentamiento muy rígido que sería negativo. Pero si el tiempo que nos permite esa catarsis y liberación no lo utilizamos para ver donde se encuentra la aspereza y así ver como tratar de limarla, solucionarla, este efecto no sería positivo, tampoco negativo, sino decadente, relajante y paralizante, anonadador de la conciencia, produciría un efecto cada vez más nihilista, ya que al evitar el enfrentamiento se impediría a los hombres cada vez mas una autentica adaptación con el medio, lo que los terminaría cerrando y reduciéndolos a su propio circulo convencional. Si solo nos basamos en la convención, el lenguaje se vuelve inútil, ya no podemos formar una concepción particular sobre nada, y no hay más “hombre”.
Por eso considero que el hecho cómico tiene una radical importancia en la sociedad contemporánea y, aunque suene contradictorio, habría que tomar con más “seriedad” su rol de denunciante de fallas en nuestras concepciones culturales en lugar de acomodarnos indiferentes frente al hecho cómico solo porque nos podemos reír de el.

Trabajo de para materia semiologia. junio de 2005.

Sobre las palabras y los simbolos.


Vamos a arrancar con la palabra que más significa: Dios.
“Dios” es una palabra, las palabras sirven para excitar el entendimiento y/o evocar sentimientos. Ahora el entendimiento y los sentimientos son cosas reales porque nos llevan a la accion. Pero las palabras muchas veces pueden hacer referencia a cosas que no lo son. Como puede ser entonces que palabras que evocan sentimientos reales pueden venir de cosas que no son reales? Existen cosas que no son reales? Que es lo real? Importa lo real o lo verdadero? Importan los dos por igual? Enigmas difíciles de descifrar que dejaremos para otra ocasión.
Sigamos con el tema de Dios como palabra.
A un ateo la palabra “Dios” no lo hace sentir nada, al concepto Dios lo ve como la parte final de una trama de significaciones de una mente débil, que no se anima a ser libre, y que en el lugar de la temida libertad ubica el concepto Dios. Una leída de la parábola del hijo prodigo y la acción del hijo menor basta para comprender como entiende la libertad un ateo.
Dios como palabra solamente es un símbolo que representa un sonido. Pero Dios como verdad espíritu y sentimiento es igual a un amor expansivo que ama a todos y a todas las cosas hasta donde ellas se dejan ser amadas.
Primero habria que aclarar una cosa muy importante con respecto al conocimiento. Uno puede tener mucho contenido, mucho conocimiento, mucho saber, pero lo que sirve de todo ese conocimiento son las relaciones que vos hagas, las conexiones que ese conocimiento tiene con tus sentimientos y con lo que Dios sentís te ordena. Y uno, independientemente, solo, es el que tiene que aprender a hacer las conexiones.
El sentido de mis palabras, o de las imágenes que se formen de la lectura de esto, el sentido de las palabras que se lean en cualquier lugar, el sentido y la verdad de cada palabra que cada uno lea, de cada símbolo que miremos, de cada experiencia que tengamos, se lo damos nosotros. Siempre. Tu esencia, tu yo es el que lo registra, y lo registra a tu propia manera particular y única. No hay regla, ley, convención que nos pueda quitar esa libertad porque somos libres, y el sentimiento que significa el concepto “Dios” puede entrar en nosotros si somos libres, totalmente libres para poder entrar entre las esencias de las cosas, porque ahí es donde encontramos a Dios. Por eso aunque todos puedan escuchar la misma formalidad en una palabra, todos puedan estar de acuerdo en el color de una cosa, todos no perciben el mismo sentimiento en una palabra expresada, no todos tienen el mismo gusto o la misma apreciación por el mismo color, y por eso, esto que digo no puede suceder de otra forma porque solo a vos en ese momento, solo a vos en ese instante particular de tu vida esta dirigido el mensaje. Aunque después lo vuelvas a oír miles de veces, vos sos el que le da el valor, porque vos sos el que lo registraste, el que decide dejarlo entrar a tu interior, o no.
Luego de haber reconocido el amor de Dios, si lo hacemos, la aceptación de este amor siempre va a depender de vos, siempre, porque cada momento en que participes de la creación es tuyo, y ese momento, esa circunstancia no va a volver a ser nunca más, si vos no la ataste dentro de vos y para siempre.
Si podes sentir esto que acabo de decir, con fuerza, desde adentro, verdaderamente lo vas a comprender y vas a dejar de necesitar cualquier clase de justificación, de sentirte parte de algo. Vos, inevitablemente, te vas a sentir responsable de todos porque vas a entender que significa ser libre. Responsable porque cada palabra, cada símbolo, cada imagen en la que participes, vos y solo vos vas a elegir hacerla tuya, o no. Si aceptas esa responsabilidad de elegir sos libre, sino no. Y va a ser tuya la participación, y no “posiblemente” de otro, porque vas a saber que a esa imagen, palabra o símbolo, a cada vivencia, vos sos la que le da el valor y no que ellas te dan el valor a vos. Tu persona, la persona, el hombre es el ser que eligió Dios para gobernar la creación, el hombre es el que le da valor a la cosas, como dice el génesis (génesis 2, 19-20) el hombre es el que le da el nombre a cada cosa de la creación. Y ese valor puede convertirse en un cielo o un infierno, recién lo vamos ver, o a no ver, cuando la posibilidad del tiempo termine para nosotros.
Hoy es muy difícil distinguir amor verdadero. Por eso, si el amor que sentís no nace bien de adentro tuyo, no nace de tu yo, no se basa en vos para hacerse responsable de todo, y solamente amas porque crees necesitar “algo”, darte vos valor a partir de “algo”, en verdad no es amor lo que sentimos. Advierto sobre cual es el sentimiento de amor verdadero, porque si ese amor no nace de tu interior y no te hace participar a ese símbolo, a esa experiencia, a esa palabra, a esa persona ¿tendrían sentido para vos? ¿Tendrían valor para vos? ¿No serian, en el fondo, vanos? A los misterios solo les podemos dar valor y así empezar a descubrirlos, solo si los creemos primero, si nos arriesgamos a creer y amar la verdad de Dios, porque Dios es el misterio mas grande que hay. Tener fe en el misterio de la encarnación de Dios, de la vida eterna, de la resurrección, de la inmaculada concepción, de la santísima trinidad; necesitamos querer tener fe en los misterios de nuestra fe. No es una cuestión de miedo a ser libres. Es una cuestión de amor por la vida. La vida nos presenta los misterios. La manera de resolverlos y el nombre que queremos ponerles depende de nosotros. Necesitamos de esa fe, no por cobardía o fantasía de aferrarnos a algo, necesitamos de esa fe porque todavía no conocemos, son “misterios” como lo dice la palabra, y tenemos toda nuestra vida, y todas nuestras revelaciones para develárnoslos y vivirlos, depende de cada uno porque es una experiencia individual. Siempre entre la gente se dice que algunas cosas, en este caso los misterios, “no son para todos”.
Esa frase, para oídos que no se animan a ser oídos propios, puede sonar exclusivista, casi racista a veces. Pero cuando las personas piensan en masa, en cantidad, en comparación, apoyandose en el mundo sin animarse a tener la fe de poder pensar por si misma, no se dan cuenta que ese “no para todos” no significa exclusivismo, ni que no todos los pueden conocer o que están permitidos solo para algunos, y se quedan encerrados dentro su prejuicio “democrático” de que lo verdadero es lo que es para todos.
Ese “no para todos” simplemente significa que los misterios son no para todos porque son, en primer lugar, para cada uno en particular. Ese no para todos significa solo uno los puede hacer suyos, que el que “tiene oidos para oir que oiga”. Hay que llegar a ser uno, a sentirse uno, sin miedo a vivir, a querer escuchar con oidos propios la vida para que algun misterio pueda llegar a tener significado para mi. O mejor dicho para que cada cosa tenga un significado, la vida es un misterio. Si nos basamos en el mundo, en el código general, sin tener la valentía de intentar ser uno, nunca vamos a salir de oír con oídos generalizadores, nunca vamos a tener “oidos para oir”, nunca va a haber misterio, porque el código no nos lo permitió ver. Porque, para nosotros, la esencia de Dios no se encuentra en el mundo, la esencia de Dios se encuentra si la buscamos, si buscamos a Dios entre las cosas. Me puse muy filósofo. Pero lo que quiero decir es que la esencia de Dios la encontramos entre las cosas porque la esencia de Dios solo la conocemos si vamos hacia las cosas. Es decir, si intentamos hacerlas nuestras, conocerlas a fondo, si nos colocamos entra ellas, solo así las podremos amar de verdad.
La esencia del amor es ese sentimiento de entusiasmo que genera poder expandirse, ser tan libre para poder dejarse expandir entre seres amigos, entre seres que no conoces pero en los que amas confiar. Amar significa gustar de dar el valor que creemos las personas y las cosas merecen. En ese gusto de dar valor está el amor. Jesús confió en nosotros hasta el final, nos amo hasta dar la vida. La fe, lo que expresa la fe mientras estamos en el tiempo, es ese amor a lo que nos traen las cosas, los hechos, las experiencias venideras. La fe expresa el amor en lo todavía desconocido, en lo que aparentemente en este momento no nos da nada.
Ahora, si no se siente o no se quiere sentir todo esto que recién describí, o no se lo respeta, es mejor que se abandone toda tentativa de conocimiento que vaya mas allá del ordinario. Porque se puede llegar a hacerse mucho mal uno y a las personas. Uno puede decir palabras lindísimas, y puede crear mundos color de rosa a partir de nuestra imaginación, pero si esa imaginación esta alejada de un compromiso verdadero, mucho daño se hace en verdad a el resto de las personas que confiaron y asimilaron esas obras pensando o suponiendo que esas creaciones habían nacido de un compromiso verdadero y responsable del hombre con la vida, que es la creación de la cual el mismo hombre participa, y a partir de ahí, con su propia creación. Las personas pueden confundirse mucho si asimilan conocimientos, palabras sin darse cuenta que esas creaciones no eran más que imaginación producto de haber aprendido de memoria muchas cosas, de tener mucha intuición, o tener mucha imaginación, sin haber sentido nunca un verdadero compromiso con Dios.
La fe es importantísima por esto. La fe encarnada en la vida de una persona, es compromiso con el hombre, de un hombre, la fe en Dios hecho hombre, la fe en Jesús.

Por eso, el hombre, solo puede gobernar la Creación si este hombre cree y obedece la verdad de Dios y es un misterio para el hombre, pero sabemos gracias a Jesús que esa verdad es esencialmente amor..
¿Quien es como Dios? Al el le debemos toda nuestra obediencia porque nos regalo su único hijo para que tengamos vida eterna. Solamente hay que encontrarlo y no perder más tiempo.
La fe que Jesús nos enseño es arriesgar nuestro amor por lo que va a venir, por el amor que va a venir.
Si somos libres, libres hasta de hacer con Dios lo que quisimos, ¿como iba a ser de otra manera? el amor de Dios es inconmensurable… cuando leí, en el antiguo testamento, que los que veían a Dios morían, yo imagine que morían porque perdían todo tipo de interés en este mundo. Imagine que morían de inanición, era tanto el anhelo con el que quedaban por haber contemplado a Dios, que ese anhelo los consumía en un instante, en Dios.

El testimonio de esta fe en el amor omnipotente de Jesús se da con la propia vida. Con la propia vida, entera, es como se vence a la muerte, como El mismo lo hizo, y solo se puede hacer, verdaderamente, si nos identificamos con esta verdad y esto lo sentimos si estamos dispuestos a dar la vida por la verdad del amor de Dios a los hombres, a dar la vida por Jesús. Adorar a Jesús se lo adora con las obras, obras que nazcan de un corazón puro. Pero para amar como Jesús, para enfrentar y vencer el mundo como el lo hizo, nos tenemos que entregar por la verdad, entregar por la verdad que Dios Padre nos muestra, a El se lo adora en el espíritu y en la verdad porque hacia El es al que vamos, avanzar en Su verdad Es la verdad para nosotros, en el cielo es donde queremos estar. Estas son palabras de Jesús hacia el Padre, en el evangelio de Juan:
“Yo les he dado tu mensaje, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los saques del mundo, sino que los defiendas del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos mediante la verdad: tu palabra es verdad. Así como tú me has enviado al mundo, así yo también los envío al mundo, y por ellos ofrezco el sacrificio, para que también ellos sean consagrados en la verdad. No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra. Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la Gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Así alcanzarán la perfección en la unidad, y el mundo conocerá que tú me has enviado y que yo los he amado a ellos como tú me amas a mí.
(Juan 17, 14-23)
"Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mi y Yo en Ti." eso dice todo.
Por eso, para poder confiar en una persona y amar verdaderamente a una persona, la fe es una virtud esencial. Por eso escribí todo este prologo. Yo llego hasta aquí, después depende de cada uno. Todo esto que escribí es algo muy interno mío. Que hago yo con esos sentimientos de mi depende, yo voy a ser el que decida que es lo que voy a hacer porque soy libre, Dios me amo y me hizo así. Si yo me puedo llegar a amar y aceptar, también voy a ser libre y después seré juzgado de acuerdo a lo que haya hecho, las elecciones que, en mi, haya hecho reales, que haya “realizado” con esa libertad mía. Pero me tengo que arriesgar a hacer o a decir, a hablar, a entrar entre las cosas sin temer, sin temer perder mi identidad, sin temer a las cosas, a las personas, a las opiniones. Jesús nos libro de estos temores, ahora soy yo el que me tengo que decidir y arriesgar, me tengo que entregar completamente, y así y solo así, estaré amando como Dios nos amo y como quiere que nos amemos.

carta escrita a alguien en febrero 2005

miércoles, 23 de junio de 2010

Una cosa que nunca hay que olvidar

Una cosa que nunca hay que olvidar, en este mundo sobrecargado de información chata, es que los hombres poseemos un lenguaje y que este lenguaje nos pertenece como hombres que nos llamamos porque así nos sentimos.
Este lenguaje es un lenguaje propiamente dicho si nos conecta con la realidad, nos ayuda a comprenderla y, si seguimos la realidad a través del lenguaje, podemos llegar a alguna verdad. La verdad se encuentra cuando este lenguaje humano llega a describir la realidad tal cual es. Pero hay un problema y ese problema se llama tiempo. El tiempo modifica la realidad, entonces algo que es de un modo hoy mañana, o tres minutos después, puede ser de otro. Entonces una descripción estática de la realidad no tiene el rango de lo verdadero sino que solo alcanza para lo real. Postulamos así que lo verdadero puede ser solo aquello que no depende del tiempo para establecer su realidad sino que, al revés, lo verdadero establece la realidad a través del tiempo. Se puede preguntar: Y que entes, entonces, darían el status para ser “lo verdadero”?
Varias cosas desde los teoremas matemáticos, hasta principios filosóficos. Desde dogmas religiosos, hasta piezas musicales. Y acá nos damos cuenta que todo lo que entra en esta categoría de lo verdadero no tiene una objetividad fuera del hombre, es decir; en realidad adquieren significación personalmente, particularmente, en el lenguaje de cada uno, de cada hombre que los sabe apreciar, que les sabe dar el precio que merecen, no todo es lo mismo y solos no valdrían para nada, pues estos saberes fueron formulados para el hombre, y en la mayoría de los casos, por el hombre.

Lo interesante de este nuestro lenguaje humano es que no importa para la verdad cuanto hayamos leído o estudiado porque los lenguajes solo intentaron describir, inventar o descubrir, desde la misma realidad en la que nos encontramos, para tener algo que decir o algo que aportar a la misma realidad, es decir no hay nada que salga de la realidad, en ella está todo, desde ella nace todo, como del material del planeta tierra nace todo objeto construido por el hombre desde un auto, pasando por un celular hasta un edificio.
No es una cuestión de cuanto hayamos estudiado o leído porque nunca nos alcanzara el tiempo para haber leído todo, estudiado todo, lo que importa es cuantos lenguajes hayamos aprendido, y son verdaderamente lenguajes si nos permiten relacionar el universo completo a través de el, hacernos dueños de el a través de llaves relacionables que nos den certeza de la verdad a la cual responde la realidad, y que no suceda al revés, y que el universo se termine haciendo dueño de nosotros por nuestra miedo al sentir falta de conocimiento al salir a verlo. Esto es así, porque cada cosa que aprendemos si no tiene un fin universal nos excluye de ese fin universal, cada cosa que aprendemos nos coloca sobre unos rieles que nos hacen empezar a leer la realidad desde esa cosa que aprendimos, desde esos rieles llegamos a distintas estaciones y vemos distintos paisajes, pero si esa es una vía muerta que no llega a la estación central, esa vía nos va a estar imposibilitando de llagar a una verdad, pues nos excluiría de poder tener continuidad y relación, hasta llegar a una verdad.
Por eso no importa la cantidad de conocimiento que acumulemos de la realidad, importa que veamos las relaciones que existen, las llaves, por las cuales discurre y camina el conocimiento, si vemos que estas relaciones se mantienen tendremos certeza de una verdad y podremos acceder a ella.
La principal llave la tenemos a primera mano y es la palabra pues esta a la vez que nos permite designar, también la podemos compartir y relacionar en la misma acción real. Con otros entes abstractos como los números esto se complica.
Esto no significa que no importa estudiar ni saber, no significa que no importa conocer lenguajes.
lo que estoy diciendo es lo que importa en la verdad y es que sepamos que cada lenguaje que leímos o estudiamos, sea matemático, histórico, físico, músico o filosófico, cada lenguaje, digo, intento acercarse e interactuar con su descubrimiento o descripción en la realidad y nosotros al estudiarlo lo intentamos comprender y adaptar a la nuestra propia realidad para que el adquiera algún sentido para nosotros y, si tenemos un poco mas de suerte y podemos agregar algo, para la realidad de los demás también. En la conciliación de estos distintos lenguajes en su continuidad en el tiempo, se da la unión, comunión, el entendimiento, la contemplación, la beatitud o como sea que se llame el estado en que dos entes se conectan y ese encuentro puede llegar a ser “realizado” para siempre. Entonces ahí llegamos a la verdad, en ese “ser para siempre”, pues lo que es verdadero no puede cambiar en el tiempo.
Resumiendo, los lenguajes sirven para acercarnos o alejarnos de la realidad y la verdad, todo depende de cómo los usemos y cuan dispuestos a abrirnos y relacionar este nuestro espíritu con los lenguajes que aprendemos, esta apertura puede ser posible si nos animamos a relacionar y obtenemos la llave de la relación, abandonando la comoda astucia que es esclava del universo, y que nos divide en miles de saberes diferentes, sometiéndonos al lenguaje y no liberándonos mediante el. Si no nos animamos a ser señores de el universo, a unificarlo en nosotros, vamos a ser esclavos de el, pues en la división dentro de uno, uno es reinado por otro y ese otro depende su existencia perpetrando esa división. Como dice el dicho del diablo: “divide y reinaras”. Este lenguaje nuestro puede ser unificante, es al revés pero funciona mejor. Una cosa que nunca hay que olvidar.


escrito 23 junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010

Presentación

Soy Santiago, me presento. Comienzo a escribir en este blog como quien escribe para si mismo, para personas también, que tengan como algo sagrado un espacio íntimo y, sino, para alguien buscando encontrar algo y que siempre se vio buscando.