martes, 9 de octubre de 2018

Comentario tres -quizás el más claro- a la columna de Tabarovsky: una relectura

Doy unos ejemplos concretos para dar cuenta que el formalismo de las palabras solo queda en el universo de lo formal.

Usted puede armar la frase o el párrafo perfecto, pero la interpretación siempre va a quedar a la merced del interpretante.
Lo que importa de la frase, de como es entendida, dependen también de cosas mucho más allá de lo formal. Tiene que con como es leída o escuchada la frase, tiene que ver con él humor con que fue escrita (tempo) y como fue dicha (entonación y dicción de cada palabra).
Tiene que ver con la experiencia que tiene el interpretante, la experiencia que tiene con cada concepto de la frase: una palabra puede evocar sentimientos muy diferentes en cada interpretante, hacer que preste más atención o que se asuste y dispare lejos, y esto es muy sutil, es algo inconsciente, y estás variaciones son infinitas, en cada interpretante es distinto. Esto tiene que ver con la inasibilidad del concepto de la libertad.
Por eso lo formal -el sistema- y la libertad no se repelen ni se pueden escindir pues están en planos o universos muy distantes y uno, lo formal, viaja encima de la otra, la tiene que presuponer a la libertad. Sino no tendría razón ningún sentido en ninguna frase.

Y encima la libertad está arriba a por lo menos  tres capas o planos o universos de distancia de lo formal. Si no se ve eso, lo formal puede llegar a confundir mucho.

Un saludo.

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