SOBRE EL CONCEPTO DE FUERZA

Pensar este tema es clave. Es clave porque es lo que le da propiedad, verdadera sustancia al pensamiento de uno mismo. Me refiero al tema de la fuerza, pero la fuerza interpretada solo como fuerza material, elemental.

Toda cosa que se puede pensar tiene alguna referencia -aunque sea un poco- a la verdad, sino simplemente no-Sería, es decir no existiría, no tendría entidad, no alcanzaría entidad real en ningún campo intelectual. La cuestión entonces no es si algo es verdadero o no, sino, más bien, cuanta verdad tiene ese “algo”.

En el caso de la fuerza material creo personalmente que tiene mucho de verdad, muchísimo, de una manera en que todavía no alcanzamos a conocer, pero me animo a decir que aunque desconozcamos cuanto de verdad hay en el mundo material y su fuerza, digo, me animo a creer también que esta fuerza para el hombre en la verdad vale poco en comparación con otras fuerzas. Esta afirmación que hago puede parecer una locura, es mas, muchas personas no pueden entender el concepto de fuerza -y yendo más allá casi ningún concepto- fuera de lo que es material.

Voy a explicar por que esto es así para mí:


En el hombre en su desarrollo existe una tendencia hacía afuera de si mismo, tendencia sana que lo hace ser participe de la vida que lo circunda. En esta participación el hombre va aprendiendo cosas así participa cada vez mas y de mejor forma en eso que el cree debe participar. En este aprendizaje, en el primer momento de este, el hombre empieza a conocer las leyes, leyes que pueden ser implícitas o explicitas pero que van desde la manera de vestirse y hablar, las maneras de comportarse frente a distintas situaciones, hasta leyes que rigen en cada estado o nación, el mundo social, leyes que rigen en el mundo material, el universo. A lo que voy con todo esto es que el hombre elige, y elige que creer, según crea le convenga o no esa creencia que eligió. Puede llegar a intuir que las creencias “pasan de moda” –por decirlo de algún modo- y hasta las creencias supuestamente mas objetivas, las que se tejen sobre el mundo material, también cambian. Pero, a pesar de que puede llegar a intuir esta intuición o duda radical hacia toda creencia, el entorno lo llama de manera inmediata -casi sin dejarlo reflexionar profundamente- a elegir que reglas quiere cumplir y que reglas no quiere cumplir, elige que creencias seguir, que modo de vida adoptar, y esto siempre lo cree creyendo que esa creencia –en algún punto- va a ser lo mejor para el.

Al conjunto de estas creencias se los suele llamar “sistema” -o “paradigma” cuando además del alcance espacial se incluye también el alcance temporal de las leyes generadas por ese sistema de creencias-. Como todo sistema, el lugar que siguen las leyes tienen una jerarquía y algunas leyes pueden hasta desaparecer, pero lo que nunca desaparece antes de que desaparezca el sistema o paradigma es la idea central que rige con fuerza el orden establecido. Si la creencia sobre esa idea central decae en lo más minimo, es decir: puede llegar a ser “tocada” por la conciencia del hombre, el paradigma o el sistema ya cambio hace rato, lo que no sabemos es para que lugar va a terminar cambiando.

Ahora, mientras saben sostenerse en el tiempo, los “sistemas sociales” generan una mayor inmediatez del entorno y esto a su vez genera una presión cada vez mayor sobre las elecciones que realiza el hombre en el mundo. Esta inmediatez del entorno se da porque al mantenerse el sistema en el tiempo se van puliendo y aumentando las formas superficiales de comunicación y de este afinado de las formas derivan a su vez cada vez mayores leyes (formulismos, protocolos, tecnologías) que seguir para mantenerse confiables dentro del sistema y que su creencia original no pueda ser tocada o descubierta, cuestionada. En pocas palabras: comienza a ser mayor la información recibida que “se tiene que cumplir” para estar a la orden o tener a nuestra orden el sistema que formamos (una especie de la famosa dialéctica del amo y el esclavo).

Y vamos volviendo al tema de la fuerza. Esta presión o fuerza que el hombre recibe es una fuerza que le exige ir hacia fuera, le exige ir hacia afuera pero no para aprender los contenidos, entender las realidades o alcanzar algunas verdades. Esta fuerza no solo le exige ir hacia fuera, sino que el hombre se siente obligado a ir hacia fuera, tiene que seguir estas formas que se auto-generan del sistema evitando caer fuera de el. Como el hombre desde que fue creciendo deposito -y casi sin saberlo- casi todas sus creencias en el sistema, este hombre siente que para tener identidad depende que ese sistema siga en orden, y cuando se da cuenta que ese sistema de creencias flaquea, se desespera, se pierde a si mismo aumentando el engaño o sufre padeciendo el desengaño. Esto que describo le sucede en mayor o en menor parte a todos los hombres que viven, quizás algunos hayan tenido la suerte de nunca haberlo sentido, pero todos padecen este tipo de mecanismo que describí y en muy diversas circunstancia persiguiendo sistemas de los mas variados. Pero a lo que voy es que este sentimiento sucede y se mantiene sucediendo en las cabezas de los hombres porque creen que son los unicos que le dan valor a las cosas, es decir este tipo de sistema se mantiene y aumenta en las cabezas de los hombres que piensan que nosotros y nuestro lindo sistema que armamos somos los únicos que decimos cuando las cosas valen y cuando dejan de valer. Este sistema de intentar señalar y decir según la fuerza material cuanto las cosas valen es así hasta que, inevitablemente (a la FUERZA) y tarde para algunos, deja de serlo. Este momento de flaqueza nos llega a todos, hasta los que en apariencia mas fuerza tenemos en este mundo. Este momento de flaqueza es la muerte. Depende de nuestras creencias cuan bien preparados nos hallemos para ese momento.

Por eso, este sistema de creencias exterior, cómodo, apoyar nuestras creencias en un sistema es un error. Si pensamos que al despojarnos de una creencia personal autentica en algo que es digno de obediencia vamos a aumentar en libertad estamos en un error. Un error primitivo y conceptual, que nos lleva a malinterpretar la realidad. Lo único que nos hace libres respecto del mundo y sus redes de sentidos, de sus creencias vacías de contenido, es una creencia personal, una creencia en un Dios personal, un Dios que exige de mi solo que lo siga, que le crea y que lo siga. Las personas que no pueden desarrollar este tipo de creencia, generalmente, es porque nunca pudieron dominar su tendencia hacia el afuera de si, y la mera fuerza material es un poder que se les impone como necesario. La fuerza es la manera de poder que sigue quien todavía no consiguió ser una individualidad porque por la incapacidad de dominio sobre si mismo, al no permitir desarrollar una tendencia libre hacia afuera que le permita construirse sobre roca firme, es constantemente deformado a gusto por esa fuerza sistemática que va tomando toda esa individualidad en potencia. Este círculo vicioso se mantiene y fortifica cuando el hombre en su interior sí siente su dignidad mellada, entonces, en lugar de intentar cambiar, empieza a generar y mantener más sistemas creencias que le hagan creer que el es libre y “tiene poder” y que no le permitan ver que en realidad esta siendo continuamente tentado, aislado y deformado (leer Nietzsche del Zarathustra: “el mas feo de todos los hombres”) por algo totalmente ajeno a el y sobre lo cual, encima, esta perdiendo todo dominio.

Un sistema de creencias nocivo genera -como ejemplo por excelencia- el concepto de “voluntad de poder” que elucubró Nietzsche. Quizás Nietzsche mismo es un ejemplo de lo que sufrió, pero quizás no, no se que buscaba Nietzsche cuando escribía.



La fuerza entonces es un concepto generador del hombre, donde se apoya su individualidad, pero no le da forma ni define a la individualidad, sino que, al revés, la individualidad se sirve de la fuerza como su base para alcanzar la libertad, la libertad es el segundo momento del aprendizaje. La fuerza es anterior a la libertad porque hay que fortalecer nuestra voluntad, poner la fuerza dentro de uno, hacerse uno, para poder llegar a ser libres y poder elegir, poder ir mas allá de la inercia con que la fuerza moldeo y dirige las conductas anteriores, conductas anteriores que nublan y tapan, no dejan ver a la elección que nos presenta el Dios viviente.



Escrito el 15 de febrero de 2011