viernes, 22 de octubre de 2010

El efecto de la arrogancia en el lenguaje: Nietzsche como destino histórico.

Hay un problema en el lenguaje que usamos los hombres y es que no existe una correspondencia directa entre las palabras y las cosas. Este problema es la razón por la cual es posible la mentira, el engaño. El hombre puede decir cosas que no son. El hombre no tiene el poder directo en la palabra, no ordena la creación desde la palabra, en la mayoría de los casos su palabra se encuentra desconectada de la creación, pero esta falta de conexión no impide que pueda usar la palabra para entenderse entre si mismos. Usa otros lenguajes para “entender” la creación, como el matemático y el científico, pero este no es un lenguaje propiamente dicho pues no se habla con el objeto analizado, es el único lenguaje que no representa sonidos, por eso no se puede mezclar con el movimiento, con la vida, y por eso no se puede compartir. El conocimiento científico para conocer necesita analizar, dividir, aislar, disecar su objeto de estudio, "matarlo" por decirlo de una manera mas llana.

Esta capacidad delimitada del lenguaje le sirve al hombre para comunicarse con otros hombres pero esta delimitacion le hace comunicarse de varias maneras divididas, atravesado por distintas maneras de poder, positivos o negativos.
El problema del lenguaje para el hombre se genera cuando, a raíz de experiencias consideradas poco buenas para nosotros, lo usamos para escondernos de la realidad, cuando lo usamos para negar la realidad.
El libro el señor de los anillos usa una metáfora impresionante. Dice como todos fueron engañados, se les dio un anillo a todos pero otro anillo fue forjado “en secreto” el anillo de sauron que es el que controla a todos. Lo que significa para mi es que a cada raza se le dio una cultura, una manera especial de ver, encarar y controlar la realidad. Pero el conocimiento o manera que controlar todas las demás culturas es una que no se conoce pues no se habla, es el anillo único sin piedra, sin adornos que le pertenece a un espíritu destruido hacia mucho pero que nuevamente esta retomando el poder en forma escondida. El anillo de sauron corresponde a los inicios de la cultura, al control por el control mismo, a la abstracción pura vacía de sentimientos, al único lenguaje que no se puede hablar, que es auténticamente cerrado.

Es impresionante lo bien que describen las sensaciones los personajes que portan el anillo. Por ejemplo cuando frodo le dice a sam que ya no recuerda los olores de su comarca, ni los gustos, ni los sonidos ni nada? esa frase representa la sensación del abismo del lenguaje muchas veces nos esconde de nosotros mismos. La invisibilidad que otorgaba al portador… los miedos propios hacen que usemos el lenguaje para justificarnos y las justificaciones no explicitadas a los demas nos vuelven invisibles a los Otros, y el circulo termina de cerrarse cuando nos volvemos invisibles para nosotros mismos.
Cuando uno empieza a dejar de sentir, a privilegiar sus pensamientos sobre sus sentimientos, queda atrapado en la circularidad del discurso dialéctico del “conocimiento de lo que me conviene” o “anillo”, de a poco empiezan a cerrarse los recuerdos de todo, porque cada vez más te vas alejando de lo que sos en verdad, de tu sentimientos mas personales quedan en segundo lugar y lo mas importante empieza a ser ese conocimiento, idea, o “tesoro” nuevo. Entonces hay que justificar ese conocimiento cada vez más hasta que todo queda arrastrado por esa necesidad de justificar, de control, de seguridad, y el abismo a medida que pasa el tiempo se va haciendo más grande y mas vacío. Lo único que puede romper todo eso es la fe.
En la Biblia a la primer persona que esto le sucede es a Cain.
La arrogancia de la bestia, su fuerza de poder material sumerge en un silencio espiritual que produce un daño muy grande a las personas. Es el silencio de Caín, es ese no poder escuchar, no poder comprender la voz de Dios. Tiene que ver con el lenguaje, con no comprender más el sentido original del lenguaje.

Caín tenía mucha vergüenza, muy humillado se sentía, tanto, que bajaba la cabeza y ni a Dios quería escuchar. Rechazaba la vergüenza que sentía, no entendía que ella le indicaba algo y en lugar de intentar cambiar, como Dios le pedía, prefirió eliminar lo que el interpretaba como motivo de su vergüenza: su hermano Abel.
La vergüenza es una de las cosas mas humanas que existe y es lo que Jesús decidió soportar al enfrentar su pasión y así salvarnos. Acepto eso El para enseñarnos que nosotros, para salvarnos, debemos hacer lo mismo.
Hay una frase que leí en un libro de C. S. Lewis, muy buena la frase, la transcribo:

“al tratar de extirpar la vergüenza hemos demolido uno de los baluartes del espíritu humano, regocijándonos insensatamente en nuestra hazaña como los troyanos se regocijaban insensatamente de haber introducido de sus murallas el famoso caballo. No se nada que se pueda hacer en cuanto a esto, excepto reedificar lo antes posible. Es obra de insensatos eliminar la hipocresía mediante el procedimiento de eliminar la tentación a la hipocresía: la “franqueza” de la gente hundida mas allá de la vergüenza es una franqueza muy barata”
Eso que Lewis señala tan bien, ese intentar extirpar la vergüenza, es lo que intenta hacer Caín, y es en lo que caen los hombres que utilizan el lenguaje- código del “sistema social” de hoy. Adán cuando sintió vergüenza se oculto de Dios. Pero no fue por la vergüenza por lo que quedo excluido del paraíso. Dios conoce que Adán probo lo que no tenia que probar porque Adán pensó que podía ocultar algo a Dios, que se podía "esconder" de Dios. Caín directamente tanta vergüenza sentía, tan humillado en sus creencia se sentía, que en lugar de reconocer su vergüenza “levantar la cabeza” como Dios le pide (génesis 4, 6-7), en el corazón de Caín el odio le gano al amor, desconoció a su hermano, lo mato y le contesto a Dios."Acaso yo soy el guardián de mi hermano"... Lo que no entendía Caín era que en la palabra "hermano" va algo mucho más grande que ser un simple "guardián". Dios, entonces, comprendió automáticamente que Caín no podía comprender no solo la palabra de Dios. Ahora también, en el lenguaje de Caín, el significado del segundo nombre mas importante después de Dios, "hermano", el sentimiento que evoca "hermano", ya no existía para el. No lo comprendía mas a su hermano, la tierra, el mundo se lo había tragado para Caín.
En verdad el mundo y su vanidad se habían tragado a Caín. Se confundió tanto que confundió a la única persona que lo podía reconocer como semejante, su hermano, con el mundo. (Los hijos de Jacob, desterrados a Egipto, la falta a su hermano José)
Y así Caín se confundió, se perdió dentro del mundo para Dios, Caín pierde parte de su identidad.
O como Dios le dice:

“ por eso maldito seas lejos del suelo que abrió sus fauces para recibir la sangre de tu hermano derramada por ti. Cuando lo cultives no te dará mas su fruto, y andarás por la tierra errante y vagabundo” (génesis 4, 11-12)

Hoy la “estructura” en que funciona la sociedad favorece a que pensamos así como Caín, el funcionamiento en las ciudades, “la gran babilonia”, “nos alejan de la tierra del señor”. Es una sociedad cainita la de hoy. La creacion ya no nos es mas fertil, perdimos el contacto con ella.
Al “hermano” no lo matamos, directamente no existe, la indiferencia es algo tan común que ya no nos damos ni cuenta que es algo antinatural, es mas, las personas que no son indiferentes empiezan a parecer “antinaturales”. “ya van a caer” se dicen los “vivos”, lo dicen para justificar sus miserias, y los tratan injustamente diciéndose que lo hacen para ayudarlos a “que vean la realidad”. En verdad les pasa que les molesta su manera de ser, les recuerda que ellos también podrían ser así, solo tendrían que animarse a confiar un poco mas y renunciar a su soberbia que todo lo tiene que controlar.
Nuestro hermano no nos importa, “que cada uno se haga cargo de si mismo” si, pero también necesito a mi hermano y como tengo que aparentar ser autosuficiente, necesito también que no se den cuenta que lo necesito, entonces tengo necesidad de aprender a “utilizarlo” sin que se de cuenta, eso si, “simpáticamente”.
Esa necesidad de aparentar autosuficiencia, “no necesitar”, hace que empecemos a “utilizar” el lenguaje con las personas, a manejarlas solo como medios, sin darnos cuenta, de que por esto, de a poco caemos en “el único fin soy yo”.
Si yo me transformo en el único “fin”, el lenguaje que originariamente sirve para comunicar experiencias, para unirnos mas a través de el, empieza a ser visto solo como una “herramienta útil” para conseguir algo, algo “solo para mí”. Y el hermano, visto a través de esta forma de lenguaje no se diferencia de este, se cosifica y pasa a convertirse en lo mismo. Ver a nuestro prójimo así, a través de esta clase de lenguaje, como una herramienta, hace que ya no podamos verlo, no vemos más sus particularidades, no distinguimos mas como en verdad es.
La presión que genera esa manera de utilizar el lenguaje hace que solo podamos ver lo “útil” de el. De esta manera morimos a lo que cada uno significa pues ya no podemos escuchar sentimientos, ni escuchar nuestros sentimientos. “Por tus palabras serás juzgado” dice Jesús en el evangelio. Creo que se refiere a esto.
Lo esencial del lenguaje ya no es compartir un sentimiento, compartir una experiencia, compartir “mi verdad”. El testimonio se acabo.
Esta manera de aparentar a través del vocabulario desgasto al lenguaje de una manera en la que hoy se hace muy difícil poder volver a confiar en la palabra.
En el lugar donde más claro se ve esto que digo es en los pueblos, en las ciudades. En las ciudades todos son indiferentes por acostumbrarse a esa presión de competencia que se expresa mediante la palabra. Por esa competencia la palabra se desgasta, al desgastarse la palabra se desgasta también la confianza, y cuando los hombres pierden la confianza, su misma identidad se deja ser “amasada” por el “parecer colectivo”, se termina “vendiendo”. Esta competencia debilita a las personas, las vuelve esclavos de todos códigos superficiales, de todo lo que “parece”. Y así, como Caín, los hombres solos nos vamos mutilando nuestros verdaderos sentimientos, vamos perdiendo nuestra identidad.
Cuando no hay más sentimientos verdaderos nadie sabe lo que siente, entonces nadie se puede jugar por lo que siente, y eso provoca que no nos quede otra que elegir “disfraz”, quedamos subordinados a solo hacer divertida y linda la elección del disfraz que vamos a usar por el resto de nuestra vida. La vida se hace un disfraz donde en verdad lo único que verdaderamente rige al hombre son “las leyes del mercado”. Jesús ya nos había advertido: “ningún servidor puede servir a dos señores… no se puede servir a Dios y al dinero…”(LUCAS 16, 13)
El ejemplo de lo que les paso a los griegos es ideal para representar esto. En la época de Sócrates y Platón, surgió un problema en su sociedad ateniense. Había surgido un grupo de personas, los sofistas, que envilecían el orden establecido a partir de las ventajas que poseía el sistema democrático de Atenas. Estos sofistas estaban subvencionados por la nueva clase portuaria que representaba una nueva fuerza político-económica frente a la vieja aristocracia ateniense.
Gracias a la democracia, para defender sus causas en el ágora (plaza publica) tan solo utilizaban discursos con los cuales vencían sin problemas, ya que ellos se habían especializado y entrenado en el lenguaje. Los sofistas fueron los primeros en descubrir la causa del “embrujo” de la palabra. El lenguaje despojado de una base en la fe, es relativo, tiene dos caras, se vuelve falso, aparente, y la verdad pasa a depender de la forma y elocuencia del discurso. Vieron que se podía vencer desde cualquier posición, no hacia falta que sea verdad lo que decían, lo que importaba era que “aparentara” ser verdadera así la gente daba el si a su posición.
Por esta ventaja que habían descubierto en el lenguaje, los sofistas eran muy temidos y respetados, eran los “capos” de la época, y así fueron contagiando a todos los demás ciudadanos hasta que la vieja tradición política de Atenas(que no tranzaba con estos personajes), su fuerza y personalidad basada en años de historia, fue puesta en cuestión. De esta manera la fuerza política ateniense perdió en medio siglo nomás, su independencia, la democracia, y encima quedaron bajo el yugo de un pueblo ajeno. Este privilegiar el dinero por sobre la base de su cultura, sus dioses y héroes (las familias aristocráticas descendían de estos), hizo que en menos de 50 años decayeran en tal forma que perdieran su independencia. Sócrates y luego Platón trataron de conciliar los dos bandos, el de los aristócratas con el de los portuarios. Enseñaban a discernir, abiertamente, mediante el dialogo, y a la vez sin caer en la relajación del relativismo sofista, porque por un lado tenían a la aristocracia con sus principios cerrados y por el otro a los sofistas con su relativismo vació, predispuesto solo a los capitalistas que no respetaba ninguna verdad o tradición. Ellos con sus doctrinas trataron de conciliar esas dos posiciones.
En su época no tuvieron mucho éxito, pero hoy esos son los dos nombres mas conocidos de todos aquellos personajes.
Volviendo a lo que iba, por este comportamiento simulador socialmente establecido producto del desgaste de la confianza en la palabra, se destroza la personalidad del individuo hasta quebrarlo o dejarlo muy empequeñecido, y la persona se convierte entonces en un simple esclavo, servidor de lo que la convención le indica. Y digo esclavo porque esa persona, a no ser que tenga fe de nuevo, no puede “ser” nada, perdió su originalidad, la esencia de ser hombre, su personalidad se esfumo dentro del “parecer” colectivo.
Puede ser un medico, barrendero, presidente, o peluquero, lo mismo da, la persona ya “no es”, pierde su verdadera capacidad de decisión. La persona se trasforma en una simple herramienta utilizada por la convención, no puede decidir mas, decide lo que parece “conveniente”, lo que aparenta ser “negocio”.
El valor de la persona deja de ser dado por la dignidad en si de ser hombre, la dignidad que Jesús nos dio y la dignidad pasa a ser designada por la convención según el lugar que ocupemos en ella. Una vez que la persona ya no es útil a la convención, es desechada por esta. (el ejemplo mas claro de este desechar por “inutilidad”, esta en los asilos de ancianos )
El efecto catastrófico de este proceso despersonalizador producto de una construcción social basada en reglas de simulación de “algo conveniente” o de “ideales colectivos-prácticos”, se vio muy bien en los países “fascistas” y “comunistas”.
“Fascistas” viene del latín fas, que significa expresión de la voluntad divina o de lo que es licito, de lo que es justo. De creerse lo que es justo, lo que es bueno…
El discurso fascista se basaba fundamentalmente en un cambio en los adornos diplomáticos de la alta burguesía, a la expresión de una sinceridad popular basada en el resentimiento de la clase baja. Por esta causa en la Alemania nazi fascista todo conjugaba en una armonía de “decir y hacer” y se enorgullecían por esto. Hitler y sus brillantes discursos que movilizaban a las masas y les daban una fuerza capaz de armar una guerra contra todo el mundo (Alemania se reconstruyo después de la primera guerra mundial en 20 años y casi vencen después del destrozo que habían sufrido en la primera guerra mundial).
La unión tras un único discurso en una ideología basada en la fuerza y el dominio, supuestamente libre de todo artificio superfluo, representaba el hartazgo y la confusión de siglos de “contranaturalaza”. Nietzsche cuatro décadas antes había descubierto la causa de esta contranaturalaza y todos los efectos negativos que esta había acarreado. Nietzsche habla de una moral cristiana decadente: habla de “las tonterías que cometieron los misericordiosos”, pero ¿a que se refería con todo esto? Nietzsche se quejaba que al exaltar y hacer modelos de los ideales cristianos; las personas ya no eran misericordiosas, humildes de corazón, algunas se obligaban a hacerlo, pero otras se copiaban de ese comportamiento, solo lo simulaban porque socialmente estaba bien visto y les convenía. Basta leer libros como “la ética protestante” de Max Weber para dar cuenta de esto.
Cuando Nietzsche vio que ese comportamiento simulador había generado una contranaturalaza, una corrupción y una falsedad en los discursos y la palabra, que la sociedad ya no podía salir por ella misma, Nietzsche entendió que nunca existió la posibilidad de un dialogo racional y al no tener una fuerte fe, desespero.
Todo su Zarathustra, no es más que una dialéctica que se va agudizando, en la que primero destruye los estereotipos culturales de su época, denuncia esa simulación, esa hipocresía. Luego denuncia todos sus propios prejuicios culturales, hasta sacarse el último, su “misericordia por el hombre superior” (yo no se si Nietzsche alguna vez se pudo sacar ese pensamiento “aristocrático”).

Los nazis de su época, lejos de querer entender lo que Nietzsche había descubierto, hacían todo lo contrario, lo usaban a Nietzsche como propaganda para otra simulación, para una justificación de su discurso.
Pero el discurso fascista era victima de la misma confusión que esa “contranaturalaza” había creado. Era otra simulación, era otro manual de cómo era que se debía vivir, el “destino” de Alemania era dirigir el mundo, y eso se tenia que conseguir como fuera. Era la “Voluntad de poder” entendida por el pueblo, una ideología sincera que ponía contenta a la población y la volvía cada vez mas soberbia y arrogante, por su sinceridad de “decir y hacer” se creían con la verdad y así en el fondo se creían mejores, hasta que finalmente lo dijeron y lo expresaron en sus leyes. Pero todo eso escondía y favorecía una economía basada en una tecnología de guerra cada vez más creciente. Con la Italia de Mussolini paso algo parecido y con los comunistas lo mismo. Hoy en el mundo occidental esta pasando lo mismo, pero en lugar de esconderse en la falacia fascista del “decir y hacer”, se esconde en discursos “humanistas-relativistas”: yo soy mejor porque soy humanista, soy evolucionado porque comprendo a todos... o cosas por el estilo. Se pueden dar el lujo de decir esto porque el hombre gracias a años de invento tras invento puede exprimir los recursos naturales pero esto no significa que el hombre haya verdaderamente evolucionado en calidad, mas bien lo contrario es increíble ver como los hombres permanecen egotistamente enfrascados en sus propios mundos virtuales pensando que son superman sin ni siquiera poder acercarse sin miedo a alguien que vive en la calle o a alguien marginal: habría que ver que postura tomarian los humanistas de hoy si los ponemos a vivir con la escasez con que vivían en cualquier otra época de la historia.


El discurso nazi era justificado por posiciones científicas e históricas falaces. Eran un discurso que desde Lutero y los príncipes de la reforma pasando por Fitche, Hegel, Bismark y todos esos “personajes del pueblo” (muy buen discurso de Nietzsche-Zarathustra acerca de esto: “de los sabios celebres”) venían confundiéndose en el ideal colectivo alemán: la superioridad de la raza aria frente a las “razas inferiores”, “el destino del pueblo alemán” etc , etc, etc. Una hipocresía tan grande como catastrófica. Nietzsche la denuncio, pero la denuncio mal porque nadie lo entendió y encima lo utilizaron como propaganda.
Este peligro de quedar esclavo de uno mismo, de su representación, de su lenguaje, es lo que Nietzsche denuncio, pero lo provoco todavía mas en su sociedad pues el lejos estaba de encontrarse libre de aquel defecto.
Este problema de quedar atrapado en uno mismo, en nuestro propio lenguaje sucede cuando a nuestra palabra, que nos da la libertad espiritual, la ponemos al servicio de nuestra propia voluntad y sensibilidad temporal, es decir, cuando torcemos el lenguaje para que la realidad nos hable unilateralmente y nos justifique desde un único punto de vista –el nuestro-.

Este es el problema que surge cuando el hombre en una sociedad determinada no puede reconocer que, además de ser parte de esa sociedad, el y la misma sociedad se encuentran a su vez implantados en una jerarquía temporal de hechos y significaciones, y que no respetar esta jerarquía equivale a no respetar los tiempos de Dios, los tiempos en que El nos va mostrando las cosas, equivale a no respetar el Espíritu Santo ordenador de toda la creación. El reconocimiento de esta jerarquía temporal es lo que forma la ley histórica o Escritura de un pueblo, por eso:

“Más fácil es que pasen el Cielo y la tierra, que deje de cumplirse una sola letra de la Ley”
Aprender a ver esta escritura en la historia nos permite discernir y entender la verdadera importancia de cada hecho, y así, podemos valorar correctamente la importancia de esta jerarquía en la que se configura y configuro la realidad en que estamos inmersos. Esta es la única forma que tenemos para evitar que nuestra palabra se desconecte de esta jerarquía eterna y no pierda su libertad en el espíritu, sometiéndose, únicamente, a crear representaciones temporales que ayuden a satisfacer las necesidades y apetencias de nuestra voluntad y sensibilidad temporal y finita.
El espíritu que intenta corromper esta conexión de la consciencia del hombre con su propia historia es el espíritu del fariseismo, espíritu que somete la palabra, que es la llave que libera las conciencias, a representaciones mundanas.
El espíritu moderno es el espiritu fariseico por excelencia, este espiritu no comprendió la profundidad de lo que venia detrás de el, subestimo las escrituras, y nos hizo caer a todos en una gran “superficialidad” con respecto a lo sacro, a lo distinto, a lo sagrado en el lenguaje de los hombres. Esta constante falta de comprensión de las escrituras la sufrió, se sintetizo y quedo demostrada con la filosofía de Nietzsche y su famoso con “eterno retorno”. Creo que por eso el se considera a si mismo un destino. Según palabras de Zarathustra el es:“el segundo en descubrir el país y la tierra de los buenos y los justos”

Así es el discurso de Zarathustra en el discurso “sobre las viejas y las nuevas tablas XXVI”:

“Oh hermanos míos, en cierta ocasión Uno miró dentro del corazón de los buenos y justos, y dijo: «Son fariseos». Pero no le entendieron. A los buenos y justos mismos no les fue lícito entenderle: su espíritu está prisionero de su buena conciencia. La estupidez de los buenos es insondablemente inteligente. Pero ésta es la verdad: los buenos tienen que ser fariseos, - ¡no tienen opción!¡Los buenos tienen que crucificar a aquel que se inventa su propia virtud! ¡Esta es la verdad! Mas el segundo que descubrió su país, el país, el corazón y la tierra de los buenos y justos: ése fue el que preguntó: «¿A quién es al que más odian éstos?»
Toda esta frase esta en un discurso de Zarathustra “sobre la viejas y las nuevas tablas”. Los “buenos y los justos” son los escribas y los fariseos, y, según el propio Nietzsche, el primero en descubrirlos fue Jesús de Nazareth. Y el mismo es el segundo en descubrirlo, en “develarlo”.
Eso que Nietzsche se jacta de haber descubierto no es otra cosa más que la esencia de una cara de la ley, la esencia de la ley a la que esta sometido, choca y sufre el hombre caído. Su eterno retorno no es otra cosa más que volver sobre algo que estaba escrito en el libro más viejo, en el génesis:
Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres polvo y al polvo volverás!".(Génesis 3, 19)
Pero como muy bien dice Jesús, y nos remarca san Pablo, nosotros no somos salvos mediante las obras que vienen de la ley, sino que, nosotros somos salvos gracias y según la fe en Cristo Jesús.

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